7/1/15

Sepulcro mambí de Baire

Durante siglos, los cementerios han estado asociados a la oscuridad, al silencio de símbolos que transportan a escenarios de leyendas insólitas y aterradoras.

Lianet Cruz Rosales (Periodista)
Entre esta vida y la otra existe una casa, muchos no querrán visitarla y el paseo, para los que se deciden, resulta poco seductor; pero al final de los días, tienen en ella estancia obligatoria. El cementerio deviene así casa donde los seres humanos viven la eternidad.

Sin embargo, durante siglos, los cementerios han estado asociados a la oscuridad, al silencio de símbolos que transportan a escenarios de leyendas insólitas y aterradoras.

El viajero crecido en la tradición de no dormir jamás en uno de ellos, se impresiona al llegar por primera vez a Baire, pequeño pueblo donde vivo. El cementerio local les da la bienvenida y aunque es otro más en su viaje, para esta reportera no lo es; por eso decidí caminar un kilómetro y medio en las más calurosas horas del día (antes de anochecer, por si acaso) hasta llegar a él y descubrir los misterios que guarda.

Al entrar estaba una señora, luego se marchó, y me quedé completamente sola, pero la pasión por el trabajo me reconfortó. Las tumbas, casi unas encima de las otras, me impedían el paso, unas tenían flores, en otras apenas los nombres eran visibles, muchas verdaderas obras arquitectónicas.

En el recorrido leí epitafios y me preocupaba la hora; pero pretendía encontrar unas bóvedas en especial.

Años atrás había estado allí pero la memoria a veces falla, después de tanto caminar, encontré una, era majestuosa y en letras grandes decía: Al general Jesús Rabí de su esposa e hijos. El mármol italiano estaba quebrado por el traslado desde Bayamo a principios del siglo pasado, y como si las coincidencias estuvieran de mi parte, el sol hacía que la tumba se viera más solemne, digna de un gran mambí. Más tarde encontré otras pertenecientes a la familia Lora, a Florencio Salcedo, Juan Joaquín Urbina; todas tienen su espacio, considerado por los historiadores, un sepulcro mambí.

No encontré otras sepulturas de mambises enterrados aquí, pues están en el anonimato. Un día las investigaciones científicas darán la posibilidad de recordarlos.
Cuando el sol estaba en el ocaso, yo todavía leía las inscripciones que madres, hijos, esposas y amigos hicieron en el pasado a esos héroes de nuestras gestas libertarias.

El cementerio de Baire, al menos para esta reportera, ya no será un lugar de cuentos grotescos, sino una casa donde podemos visitar personajes históricos asociados a nuestra identidad cultural. Un sitio de obligada peregrinación para nativos y foráneos.

1 comentario:

  1. Muy bella e interesante publicacion, esto no lo conocia, seria muy interesante visitarlo.Muchas gracias , eres genial y felicidadez a esa reportera, mis respetos muy lindo le quedo

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