Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Ha dedicado una vida al servicio de la muerte, no sabe hacer otra cosa; es analfabeto, pero tiene un corazón de oro; día tras días se levanta casi oscuro y se viene al cementerio de Maffo, a limpiar la casa eterna de colores blancos y protegida por un angelito en la parte más vieja. Siempre a las diez de la mañana, se va a la tumba de su padre, amante de los buenos tabacos, allí prende uno a su memoria y conversan por media hora sobre los días vividos en su Maffo de la soledad. Luego se pone en pie y termina de limpiar la parte nueva del cementerio. Tiene casi 65 años y más de cuarenta entregados al cementerio de Maffo; su nombre: Elio Ginarte Rodríguez. En su memoria pesa un dolor que no se cura: “Hasta ahora no me han dado
una medalla, ni ningún reconocimiento. Yo pienso que debería reconocerse más el
trabajo de las personas como yo que hemos dedicado nuestra existencia a una
labor como esta". Escuchar audio:
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