Por Arnoldo Fernández Verdecia. personajesgbonline@gritodebaire.icrt.cu
Hubo un hogar de ancianos en la vida de Juana aquí en Contramaestre, Cuba, allí construyó amistades, e incluso llegó a amar con esa ternura propia de las personas de la tercera edad, cuando son comprendidos y respetados sus derechos. En el hogar, conoció al viejo Silvino y vivieron once años juntos. Nunca se fueron de Contramaestre. Su avanzada edad condicionó a la doctora a separarlos de cuarto; sin embargo, el amor no murió, siguió en gestos, detalles, acciones, que aseguraron la eternidad de un afecto a prueba de tiempo.
El último cumpleaños de Juana, en el hogar de ancianos, Silvino puso en sus manos un vestido hermoso; soñaba vérselo puesto en el bailable del domingo próximo en Contramaestre; pero el huraño siglo esparció temperaturas gélidas sobre los huesos de sus tardes en familia y los cansados pulmones no resistieron. Dice Juana que lo guarda para el día de su muerte. Nadie puede criticarla por eso –señala-. En esa hora crucial, sabe que Silvino y sus amigos del hogar de ancianos, la acompañarán en el viaje al sueño eterno. Escuchar audio:
Hubo un hogar de ancianos en la vida de Juana aquí en Contramaestre, Cuba, allí construyó amistades, e incluso llegó a amar con esa ternura propia de las personas de la tercera edad, cuando son comprendidos y respetados sus derechos. En el hogar, conoció al viejo Silvino y vivieron once años juntos. Nunca se fueron de Contramaestre. Su avanzada edad condicionó a la doctora a separarlos de cuarto; sin embargo, el amor no murió, siguió en gestos, detalles, acciones, que aseguraron la eternidad de un afecto a prueba de tiempo.
El último cumpleaños de Juana, en el hogar de ancianos, Silvino puso en sus manos un vestido hermoso; soñaba vérselo puesto en el bailable del domingo próximo en Contramaestre; pero el huraño siglo esparció temperaturas gélidas sobre los huesos de sus tardes en familia y los cansados pulmones no resistieron. Dice Juana que lo guarda para el día de su muerte. Nadie puede criticarla por eso –señala-. En esa hora crucial, sabe que Silvino y sus amigos del hogar de ancianos, la acompañarán en el viaje al sueño eterno. Escuchar audio:
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